Mini Stories to Learn Spanish

Ep 23: Dante (Extended)

Cuando yo era niño, tenía un perro que se llamaba Dante. Yo lo quería mucho. Era la mejor mascota del mundo. Era mi mejor amigo. Cuando yo tenía cinco años, mis padres adoptaron al cachorrito en un refugio para perros abandonados y mi padre decidió llamarlo Dante. Dante era un bebé. Era un cachorro de tan solo tres meses cuando mis padres lo adoptaron. Era un cachorro muy lindo, muy adorable y muy juguetón. Mis padres fueron al refugio un día bonito, fresco y soleado. Era sin duda una señal del destino.

Cuando llegamos al refugio, y en el momento en que mi padre vio a Dante, supo que ese era el cachorro que quería para la familia. Cuando mi padre cargó a Dante y mientras lo tenía en sus brazos, Dante se movía y se movía y lamía las manos de mi padre. Dante estaba muy contento y fue así como mis padres lo adoptaron.

Dante era un perro de la raza pastor alemán. Cuando era un cachorro, era muy pequeño y frágil, pero con el paso del tiempo, comenzó a crecer y a crecer y a crecer hasta que se convirtió en un perro enorme y fuerte. A pesar de que era un perro grande y fuerte, era un perro dócil, amigable, juguetón, cariñoso, leal y noble. Yo siempre le acariciaba la cabeza, le acariciaba su cuerpo y a Dante le gustaba mucho cuando yo lo acariciaba. Tenía una casita en mi cuarto y lo cuidábamos mucho.

Recuerdo que un día todos fuimos a la playa para divertirnos y nadar en el mar. Dante todavía era un cachorro y yo lo cargaba en mis brazos. Nos subimos en el auto rojo de mi padre y nos preparamos para salir. Dante sacaba la cara por la ventana para sentir la brisa. Yo lo miraba y veía que lo disfrutaba mucho. Mi padre nos contaba historias mientras manejaba y cuando finalmente llegamos a la playa, nos bajamos del auto y Dante ya quería correr hacia el mar.

Yo lo cargué, lo llevé en mis brazos a la orilla, y en cuanto lo puse sobre la arena, él ya quería meterse al mar. Dante le ladraba mucho a las olas y yo me reía y me reía de verlo jugar con las olas del mar. Ese día jugamos con el frisbee, jugamos con la pelota, corrimos por la playa y nadamos en la orilla del mar. Dante en verdad lo estaba disfrutando y yo la estaba pasando muy bien. Ese fue uno de los mejores días de mi vida.

Los fines de semana, llevábamos a Dante a un centro para entrenar perros. Los perros como Dante deben ser entrenados para muchas cosas. Dante aprendió a portarse bien, aprendió a ir al baño y aprendió varios trucos. Si le decía, “siéntate”, Dante también se sentaba. Si le decía, “quieto”, Dante no se movía. Dante aprendió a ser un buen perro.

Cuando Dante creció y ya era un perro más grande, yo jugaba y me divertía mucho con él. Tuvimos muchas aventuras juntos. Yo llevaba a Dante a un parque que estaba cerca de nuestra casa. Dante caminaba junto conmigo y exploraba el parque junto conmigo. Dante me seguía a todas partes y yo me sentía protegido. Sabía que nada me iba a pasar y sabía que Dante me defendería ante cualquier peligro. Cuando yo andaba en bicicleta, Dante corría junto a mí. Fueron los mejores días de mi niñez.
Dante tenía su propia casa en el patio y yo pasaba tiempo con él en el patio. Dante siempre me acompañaba a donde yo iba. Cuando iba a la tienda de la esquina a comprar algo, Dante me seguía. Cuando jugaba al futbol con mis amigos, Dante corría junto con nosotros y trataba de seguir la pelota. Cuando llegaba de la escuela, Dante corría hacia mí para recibirme. En cuanto me veía, ladraba y corría hacia mí. Era un gran amigo.

Dante vivió por doce años. Yo tenía dieciséis o diecisiete años cuando Dante murió. Cuando yo llegaba a la casa del bachillerato, él me recibía en la casa, pero caminaba lentamente y cojeaba un poco. Ya no podía correr o brincar. Ya no podía ladrar con energía. Caminaba con dificultad. Sin embargo, siempre estaba ahí para lamerme la mano, para lamerme la cara y para sentarse a mi lado y hacerme compañía. Dante se sentía mi guardián y estaba ahí como buen y valiente soldado para protegerme.

Dante murió en paz y nos enseñó mucho. Nos enseñó a cuidarnos y a querernos en mi familia. Nos enseñó a sentirnos felices de ver a nuestros seres queridos, nos enseñó a disfrutar de nuestro tiempo con la familia y también nos dejó un relevo. Nos dejó a su hijo Dante Jr que ahora es quien continua el legado de su padre.

By Joel Zárate

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Story written by Joel Zárate

Read by Milton Ralph & Alba Sánchez.

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